Prácticamente
todas las personas pasan en algún momento de su vida por lo que llamamos un
“momento difícil”, que puede referirse a una ruptura de pareja, el
fallecimiento de alguien cercano, quedarse sin trabajo, dificultades
económicas, un conflicto familiar, etc. Sea cual sea la naturaleza de la
situación, la persona se ve afectada emocionalmente, ya que nos sentimos
frustrados, tristes, rabiosos, decepcionados, culpables, etc. En muchas
ocasiones, la situación tiene solución, en otras no la tiene, o simplemente no
depende de nosotros. Sea cual sea el escenario,
la persona que lo afronta tiene que tolerar lo ocurrido y las
emociones que el acontecimiento le hace sentir. Es en ese momento cuando la
mayoría de las personas necesitan el apoyo de la gente que tiene alrededor, de
sus amigos (sean familiares o no). Suele ocurrir con frecuencia que recibimos
dicho apoyo y, a pesar de lo doloroso o lo frustrante del momento, cuando pasa
el tiempo, se es capaz de ver la “parte positiva” de todo lo ocurrido y es el
ver cómo la gente a la que tu quieres, te apoya incondicionalmente. Esta
muestra de afecto puede ser a través de una simple llamada, una presencia más
activa en tu día a día, o incluso ayuda física o material. Pero, ¿Qué ocurre
cuando el apoyo recibido no está a la altura de tus expectativas? ¿Qué sentimos
cuando esa persona a la que consideras tu amigo no ha “estado” de la manera que
tú esperabas que estuviera?
En estas
circunstancias, la persona, además de lidiar con la situación “original” generadora
de malestar, debe afrontar, aceptar y tolerar que ese amigo o amiga no la ha
llamado lo suficiente, no ha venido a casa, no se ha ofrecido a recoger a los
niños del colegio, no le ha prestado el dinero que necesitaba en ese momento,
etc. Es una situación dolorosa que genera frustración, decepción, tristeza, y
rabia, y en muchos casos incluso puede acabar con la relación de amistad.
¿Qué hacer
si estás en esa situación? ¿Cómo gestionar una situación dónde, además de estar
sufriendo por el “momento difícil” en el que te encuentras inmerso, debes
manejar una conflicto con una amistad que no ha estado “a la altura”? El primer
paso es hacer un ejercicio de introspección, es decir,
reflexionar sobre cómo hemos informado a nuestros amigos de lo acontecido.
¿Tienen toda la información? ¿Saben cómo me siento? ¿Lo he expresado abiertamente?
Si la respuesta es “no”, quizás ese es el primer paso a dar, ya que no podemos
reprocharle a alguien su falta de apoyo, si no le hemos informado de qué
emociones siento. Si la respuesta es sí, es decir, has informado de lo ocurrido
y de cómo te sientes, pero aún así, no has recibido apoyo o no el que
esperabas, es un buen momento para volverte a preguntar qué necesitas y valorar
si lo que “pides” como apoyo es realista o no. Por ejemplo, una amiga en paro
difícilmente podrá apoyarte económicamente, o un amigo que trabaja los fines de
semana, no podrá ir a tu casa para hacerte compañía esos días.
Realizados
estos pasos, es decir, si has informado a tus amigos de lo ocurrido, y valoras
que tus expectativas son muy realistas, pero aún así crees que tus amigos no te
están apoyando, de nuevo, la mejor opción es informar. ¿De qué? Pues
informar al otro de lo que esperabas de él y lo que realmente has
recibido, expresando en todo momento qué emociones te ha hecho sentir su
comportamiento, así como propuestas para futuras ocasiones, informando de cómo
te gustaría que fuera su apoyo de ahora en adelante.
Llegados a
este punto, parece que está solucionado el tema, pero no siempre es así, ya que
se pueden dar varias opciones: que ese amigo, independientemente de lo que le
haga sentir tu comentario (rabia, culpa, frustración, etc.), te haga caso y
ponga en práctica tus peticiones, o que no las lleve a cabo, sea por falta de
voluntad (“no quiero”) o por falta de habilidades (“no se”, “no puedo”). Es el
momento de valorar hacia qué camino dirigirte, evaluar qué opción es la sientes
más adecuada: cortar con la amistad porque no puede ofrecerte el apoyo
que necesitas y ello te hace sentir enfadado o frustrado, o por el contrario,
continuar con esa relación, ya que el cariño que te da esa persona y lo que
aporta a tu vida es más potente que el hecho de no haber estado “a la altura”
en uno de los momentos más difíciles de tu vida, siendo esta opción tan válida como otra
cualquiera.
En
definitiva, cada vínculo de amistad es especial, y las normas que lo rigen las
hacen y deshacen las personas que lo forman. Así que, no hay una norma
universal en estas situaciones, es una simple cuestión de calibrar en
una balanza pros y contras, lo que te aporta y lo que te falta en esa relación,
y en consecuencia decidir. ¿Y cómo decidir? ¿Cómo valorar esa balanza? Escuchar
a tu cuerpo, sentir las emociones que se manifiestan en esos momentos, suele
ser una buena guía. Por otra parte, también es importante identificar las
creencias inculcadas, los convencionalismos, los años de amistad, las costumbres,
la pertenencia a un grupo, el miedo a no encontrar nuevas amistades o la
insatisfacción perder el contacto con esa persona a la que aprecio a pesar de
todo, etc.
Cuentanos tu experiencia...
¿En los momentos difíciles que hayas pasado, te ha sorprendido la reacción de algun amigo?
¿Cómo ha influenciado al amistad?
Para
más información:
CENTRO ITAE
T 902 100 006
E info@centreitae.com
W http://www.centreitae.com
CENTRO ITAE
T 902 100 006
E info@centreitae.com
W http://www.centreitae.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario