"Marta lleva 4 años cuidando de sus nietos a los que
adora. Es un trabajo que hace a gusto, aunque considera que le dedica
demasiadas horas. No se atreve a decirle a su hija que necesita tiempo y
espacio para ella misma. Los miembros de su familia no paran de pedirle favores
–favores que ya no ven como favores si no como cosas que dan por hechas, ya que
siempre ha sido así-. Marta no dice a nada que no y se siente abrumada por las
tareas de la casa".
"Juan por otro lado, no titubea a la hora de decir lo
que piensa a sus empleados. Es excesivamente claro y directo, lo cual se
traduce en un trato brusco hacia los demás. La gente del trabajo siente miedo
cuando tiene que pedirle algo porque sabe que se encontrará con una
contestación despótica y ninguneante. Juan se siente solo y a veces inseguro,
pero jamás lo muestra: por fuera aparenta una seguridad que literalmente
asusta".
Diríamos que Marta, que no se atreve a dar su opinión ni a poner límites
y que hace cosas sin querer hacerlas, tiene un estilo pasivo de la
comunicación. No se siente capaz de
expresar abiertamente sus sentimientos, pensamientos u opiniones. Cuando sí lo
ha hecho, lo ha hecho de manera derrotista, con disculpas o con falta de
confianza. Es decir, no tiene en cuenta lo que ella necesita, sino lo que necesitan los demás. Continuamente busca la aceptación de los demás ya que se siente inferior.
Esta actitud va generándole sentimiento de rencor y resentimiento, relaciones
poco constructivas (ya que nunca se atreve a ser clara) y pérdida de confianza
y de respeto hacía si misma.
Por otro lado, Juan, que no muestra empatía alguna (la empatía es la
capacidad de ponerse en la piel del otro) por la gente que le rodea en el
trabajo, tiene un estilo agresivo de la comunicación. Al contrario que
Marta, Juan defiende sus derechos personales (sus pensamientos, sentimientos y
opiniones) de una manera inapropiada e impositiva, transgrediendo los derechos
de otras personas. Su agresividad puede ser verbal (ofensas, amenazas, etc.) o puede
ser no verbal (gestos hostiles, miradas desafiantes, etc.). Juan se
siente inseguro, vé
el mundo como un entorno hostil y por tanto opta por “defenderse”. Este
comportamiento genera que la gente de su entorno termine por rechazarlo,
confirmando así su visión del mundo. Juan siente frustración, ira e impotencia.
Como ya estás intuyendo, todos tenemos estilos diferentes a la hora de
comunicarnos. Es a través de nuestra forma de comunicarnos que podemos defender
nuestra opinión, decir lo que pensamos y sentimos y en definitiva expresar
quienes somos. Sin embargo, son muchas las ocasiones en las que la rabia, la
impotencia, el miedo al rechazo o a entrar en un conflicto se apoderan de nosotros
impulsándonos a callarnos, o bien a explotar.
Tanto un extremo como el otro (la pasividad o la agresividad) tienen
consecuencias emocionales importantes como el sentimiento de culpa (por no
haberlo dicho o haberlo dicho mal), la impotencia (por las mismas razones) y la
soledad.
¿Cuál es el estilo de comunicación más eficaz?
El estilo de comunicación asertivo, que se encuentra entremedio de
los otros dos estilos; diríamos que los tres estilos básicos se sitúan en un
contínuum: el pasivo ( en un extremo), el asertivo en el punto medio, el de
equilibrio, y el agresivo (en el otro extremo). Una persona asertiva es
aquella que expresa sus sentimientos, derechos y opiniones de forma directa y
sin castigar o amenazar los derechos de los demás. Esta actitud impica
respeto hacia uno mismo, ya que la persona reconoce sus propias
responsabilidades y las consecuancias de sus actos. La persona asertiva
resuelve los problemas, se siente a gusto con los demás y consigo misma, se
siente en control y se gusta a si misma y a los demás. Veamos con más detalle y
con algunos ejemplos cómo es una persona asertiva:
- Defiende los propios derechos sin tratar de invadir los de los demás. Es decir, tiene la
habilidad de negociar con los demás sin imponerse, llegando a un acuerdo mutuo.
Es una buena habilidad para resolución de conflictos.
- Puede decir NO sin sentir culpa. A todos nos han pedido favores alguna que
nos han ido realmente mal y por no decir que no al otro nos hemos acabado
cargando con el doble de trabajo. Desde la asertividad, uno es capaz de poner
límites a los demás (y no siempre hace falta inventarse excusas; estar cansado
o estresado es un explicación
válida!)
-
Es sincera, no disimula los
sentimientos y puede hablar de ellos con naturalidad. Ante un malentendido con un amigo, o una situación desagradable, la
persona asertiva es capaz de hablar de aquello que siente para aclarar las
cosas con la otra persona. Por ejemplo, si un amigo siempre llega tarde, es
capaz de mostrarle su descontento sin generar conflicto.
- Se reafirma en lo que dice y
piensa, aunque los demás muestren desacuerdo con lo
que dice. Expresa su opinión manifestando el respeto por la opinión de los
demás.
-
Se adecua al contexto, es consciente de dónde está y cual es la forma correcta de actuar en
cada situación. Por ejemplo, su comportamiento no será el mismo en una reunión
de trabajo que entre amigos.
-
Mantiene relaciones basadas
en la confianza, es decir va “de cara”, no
manipula a los demás, es sincero con los demás pero con tacto para no herir los
sentimientos del otro.
La asertividad
parte de la idea de que todos los seres humanos tenemos unos derechos:
-
Tienes derecho a ser
tratado con dignidad y respeto... y tienes la responsabilidad de tratar a los demás con la misma dignidad y
respeto que quieres para ti.
-
Tienes derecho a decidir
qué es lo mejor para ti... y tienes la responsabilidad de permitir a los otros que decidan qué es lo
mejor para ellos.
-
Tienes derecho a tener
y expresar tus propios sentimientos y opiniones... y tienes la
responsabilidad de expresar estos
sentimientos y opiniones de manera que no ofenda ni humille a los otros.
-
Tienes derecho a pedir
lo que quieres y necesitas... y tienes la responsabilidad de permitir a los demás el derecho a negarse a
lo que les pides, aún cuando podría no gustarte ser rechazado.
-
Tienes derecho a decir
NO sin sentimiento de culpa... y tienes la responsabilidad de permitir a los demás el derecho a decir NO.
-
Tienes derecho a ser
escuchado y tomado en serio... y tienes la responsabilidad de escuchar a los demás y tomarles en serio.
-
Tienes derecho a cometer
errores... y tienes la responsabilidad de aceptar las consecuencias de estos errores.
-
Tienes derecho a todas
tus debilidades y limitaciones humanas sin culpa o vergüenza... y tienes la
responsabilidad de permitir a los demás
sus debilidades sin ridiculizarles ni ofenderles.
- ¿Cual es tu estilo de comunicación?
- ¿Podrías identificar el estilo de las personas más cercanas?
Para más información:
CENTRO ITAE
T 902 100 006
E info@centreitae.com
W http://www.centreitae.com
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